miércoles, 23 de marzo de 2011

Hoy, empiezo por agradecer a la escritora Sheyla Prevé, nueva integrante del Grupo Literario Décima por su apoyo en la realización de este blog. Espero que Ustedes los que  gustan de leer los blogs, puedan hacer una parada entre palabra y palabra. No pretendo imitar a nadie, ni contar más allá de lo que pueda ser interesante para Ustedes, en este caso la protagonista será la poesía. No pretendo tampoco evocar épocas, lugares geográficos, ni situaciones de grandes titulares. Trataré solamente de exponer una visión curiosa y sin prejuicios, pero con insaciable pasión. Espero también sea una plataforma para enlazar plumas, siempre y cuando sean bien intencionadas. Compartiré este foro con  la escritora Patricia Gómez, que además de ser un ser humano excepcional, es mi amiga; y junto con la escritora chilena, iremos presentando otras propuestas interesantes que están dentro del quehacer de la palabra. Ahora les presento a Patricia Gómez, integrante  del circulo chileno y reconocida en  otras latitudes de Latinoamérica por su libro “A veces..,” que se encuentra en las librerías de Santiago de chile y que está caminando por las ferias mundiales del libro.


Canto VII


Cuan profunda es el alma.
con sus manos delgadas
tejidas con hilos dorados,
resplandeciente de tiempo.
Es tan grande señor,
que me pierdo en ella.
Abarca con esos ojos inmensos
un infinito que se come mi nombre.

Es tan grande…, que me pierdo en ella.




Canto VIII

En esta noche vestida de día
me abismo en ti
Y un dolor me parte la boca
el tacto y los ojos.
Quedo ciega,
muerta de viva
viva, muriendo.
Y sin poder respirar.





Canto X

Está su rostro
como un crucifijo
mirándome desde el cielo






Canto XI

Si pudiera detener el tiempo,
fracturar el espacio y quedarme quieta
como un crepúsculo incendiado,
alistarme en la fila más próxima
de estrellas colapsantés.
Si pudiera…





Canto XII

Vida, estoy tan plena que rebalso,
dadme sollozos de niños
para acunarlos en la palma de mis manos.
Dadme llanto, llanto y gritos, de esos
que salpican hambre…,
para amantarlos con mis pechos mansos.

Dadme la penumbra nocturna
para bordar en ella, luciérnagas aladas.

Dadme la quietud del universo
para desandar mis pasos descalzos.






Canto XV

Hay días en que mi fuerza es un río indómito,
salvaje, violento y tan calmo…, que todo lo abarca.
Los ríos pequeños me llegan e inundan,
la selva cruda me fecunda y soy más que mi propio YO.





Alma mía
Corre alma mía por yermas y llanos,
todos ellos me cubren, soy ellas,
y todas las tierras vastas.
Las montañas silenciosas
los desiertos y acantilados.
Corre como un jilguero entre árboles mansos,
súrcame el cielo con ese vuelo raso…
¡Mira desde acá como fluyen los ríos de alabastros!,
la llanura en flama, el monte de ofrendas, ¡como se alza!
El grial. La espada.

Corre,
corre alma mía por yermas y llanos

Retorno

Viose…
Imperiosa y profunda,
como un abismo de silencios.
 El cielo bebía de su ombligo
y miles de estrellas abríanse caminos por su espalda. 
(Cual si fuera ella Dios, y Dios, ortigas de su carne)

Y ya no tuvo cuerpo, ni deseo, ni palabra.
Era toda ella, completa y sin misterios.
La tierra curvándose en su vientre,
Infinitos universos sembrándose
en los pliegues de su carne.

¡Y hubo reverencia de crepúsculos!,
ante ese Todo, que se abría para ella develado.

Y cayó en el sueño una vez más.
La rueda infatigable dio partida.
(La luz vistióse de tiniebla,
la tiniebla,  de luz agazapada)

Y viose una vez más humana,
sin alas colgando de su espalda.


Del  aleteo de sus ojos, ¡ávida!
Imaginóle bebiendo de su boca.
Lenguas de fuego surcando senderos por sus piernas,
la piel.., sedienta de sus manos.

¡Y esos ojos!, violes negros, plenos de misterios,
hablándole en susurros a su alma
bordando nacimientos en su copa,
rompiendo los sacros misterios con su espada.
Y fue Diosa entre sus mármoles erguidos
y llevóle al firmamento en su grupa agazapada.

Abrió la hembra su silencio
Èl, clamó a lo alto en cruz sus manos.

¡Y bajaron nueve arcángeles del cielo!
Y miráronles con dulzura de nonato.
¡Hágase la luz y cese el ruedo!
Dictaron hacia el cielo en don de mando.
¡Silencio y regocijo!, abrieronse millares de puertas y canales
(aquellas que separan estos y tantos mundos),
Y fueron UNO,
ya no hubo rueda ni comienzo
Ni tiempo ni misterio.
Sólo un vacío pleno de vacío. 




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